Mi amigo anónimo con su agudeza habitual ponía de manifiesto algunas aparentes contradicciones de mi discurso y a la vez expresaba su temor de que posturas como la mía facilitasen al Poder, sea quién sea, el control sobre cualquier ciudadano inocente o culpable. El planteamiento de anónimo tiene la ventaja de ponerse del lado de la libertad. ¿Quién no va a temer al Leviatán y su inmensa capacidad de control y de destrucción de la disidencia? ¿Quién no va a gritar hasta enronquecer "libertad, libertad" o más republicanamente "no pasarán"? Querido amigo, yo creo que ya han pasado. El sistema está siempre al servicio del Poder. Si el Poder necesita leyes duras, represivas, con gran capacidad de coerción, así serán las leyes. Si como ahora, parece más conveniente una ley piadosa, compasiva, regeneradora... así será. También el código penal está sujeto a la moda. Vivimos la época del pensamiento blando, del código blando, de la educación blanda. Todos somos partidarios de la asistencia sanitaria universalizada, de los VPO, de la convivencia en las aulas, de la rehabilitación del delincuente, de los derechos de las minorías, del respeto al Ramadán, de lo que haga falta. Todo da igual , todo está bien porqué "un par de botas equivalen a Shakespeare". Me viene a la cabeza aquella tontería convertida en pegatina de "to er mundo e güeno".
Es llamativo que esta sociedad tan laica y descafeinada esté aceptando sin rechistar un Islam de dureza sin límites y persiga el cristianismo habiendo interiorizado hasta la indefensión la frase del jefe de los cristianos antes de morir: "Padre, perdónales porque no saben lo que hacen". Puro código penal español promulgado en el Gólgota.
Posiblemente todos sus temores sean justificados pero creo que no están en primera línea de preocupación general. Ya sabe lo de primum vivere. Me preocupa que un día puedan detenerme por gritar viva la república pero me preocupa más que haya bandas de kosovares asaltando casas con violencia sin medida. Me preocupa más que en mi pueblo haya indivíduos detenidos 40 o 50 veces por robo y que no haya posibilidad de encerrarles. Me preocupa la proliferación de homicidios, de navajazos, de peleas en las zonas de diversión. Resumiendo, me preocupa más todo aquello que pueda sucederme a mí o a los que quiero en el transcurso de mi vida diaria. Me preocupa esa postura un poco a la violeta de "no se cual es la solución pero endurecer las penas no lleva a ningún lado".
En efecto, ésto no es el país de las maravillas. Pero en la situación actual lo llamativo es que los enfadados, los encabronados, los perjudicados, son las gentes de orden. Sí, de orden, porqué ser de orden es bueno aunque sea poco creativo. Ser de orden es ser respetuoso, educado, formal, fiable, trabajador, buen padre, buen marido, cumplidor. Características poco modernas y poco emocionantes pero que son las que hacen que la cosa funcione.
En lo que se refiere a la rehabilitación del delincuente. Claro que sí. Todos estamos de acuerdo. Hay que rehabilitarle si es posible. Pero, previamente que salde su deuda. No con la sociedad que es una entelequia sin rostro sino con su víctima, a la que dañó, humilló, torturó, hirió, mató, violó... La sociedad no tiene nada que perdonar pues nada le hace daño. La pena es, por lo menos en parte, un castigo para compensar si fuese posible a la víctima. Antes se hacía a título personal y ahora lo hace el estado pero sigue siendo una venganza compensadora del daño padecido.
¿Endurecer las penas? ¿Hasta dónde? Yo tampoco sé qué hay que hacer. Para eso están Zapatero, Rajoy y demás palmeros del Leviatán.
Pero sí se que entre la Sharia ( foto1) y el descojono (foto 2) debe de existir un punto intermedio que nos permita salir a pasear más tranquilos por la noche.
4 comentarios:
Espero que se encuentre mejor, señor docwall.
El enfado al que usted alude proviene de la inseguridad, del miedo. Y ¿a qué tiene miedo la gente de orden? A todo, a nada. Al hombre del saco que les mencionaba la madre para que se portaran bien. No se trata de nada más que de la forma primera y más efectiva de control.
Está claro que desde hace mucho tiempo que existen una estructura organizada de control y represión, y que no va a irse a ninguna parte. La cuestión es cuanto tiempo va a tardar en llegar algo parecido a lo de Matrix. El avance es inexorable y no sujeto a moda.
En cualquier caso, la tendencia actual es de endurecimiento de la legislación penal y la de la ampliación de las conductas tipificadas como delito y sujetas a penas de cárcel (como muestra, un fiscal solicitaba hace poco penas de tres meses de cárcel para unos padres que no llevaban a sus hijos a la escuela). A usted, que por lo que se ve es mucho más socialdemócrata que yo, no le sorprenderá saber que es desde posiciones progresistas desde donde se defienden ahora estos postulados “prescindiendo muchas veces de si ello es compatible o no con los principios básicos que deberían informar la legislación penal de un Estado de Derecho” (el entrecomillado corresponde al prólogo de la décima edición del Código Penal de la editorial Tecnos, ya le digo que es un libro que vale la pena tener).
Abusando de su hospitalidad, permítame que le invite a un mayor rigor en la valoración de los hechos. Aunque no soy experto en la materia, sí puedo decirle que el vigente código penal representa un endurecimiento considerable respecto al de 1973 (incremento de la pena máxima a 40 años, eliminación de la redención por trabajo, aumento del período de cumplimiento de pena para acceder a libertad condicional, reducción del nivel de gravedad para considerar un hecho delito en lugar de falta, etc).
Habrá códigos más duros, como el francés posiblemente, que en algunos casos lo es hasta la exageración (penas de hasta 5 años de cárcel por difundir grabaciones de alumnos golpeando a profesores) o regímenes penitenciarios más estrictos, pero, no puede argüirse suavidad en nuestro sistema.
Al hilo del rigor, me parece poco creíble que alguien acusado de 40 robos esté en la calle, sí podría darse el caso de alguien con 40 hurtos. Tampoco estaría muy seguro de que pueda hablarse de proliferación de asesinatos o reyertas.
Lo que quiero decir con esto es que no hay que dejarse impresionar por el espantajo de la seguridad ciudadana (usted y yo hemos vivido el período en que se excarcelaron a miles de presos comunes, la crisis económica arreciaba y empezaban a surgir yonquis por doquier) y mucho menos para pedir reformas en el sistema penal
En un par de cosas estamos de acuerdo. Una en que el primer objetivo del sistema legal debería ser proteger la vida. Cosas relacionadas pero distintas son la integridad moral, física y patrimonial. Aunque importantes, su protección debería supeditarse a la de la vida, y a la de la libertad (y aquí es donde me quedo solo).
Otra es que yo también quiero poder ir tranquilo por la calle. No le voy a poner la cita de Benjamin Franklin sobre libertad y seguridad porque estoy seguro que la conoce. Pero, dejando aparte consideraciones jurídico-políticas, veo más probable que el común de la gente no podamos ir por la calle debido a que estamos en la trena (por un delito de opinión, por no pasar la pensión de alimentos o no cumplir el régimen de visitas, por zurrar a los hijos, por castigar a nuestro perro, por conducir deprisa, por cultivar hongos mágicos, por defenderse a golpes en la calle) que por miedo al asesinato o la agresión o a las hordas de hunos o albano-kosovares.
Insisto en que estos son asuntos delicados y con ramificaciones múltiples y muy profundas (¿caben más presos en las cárceles? por ejemplo) y no se trata de secuestrar su más que interesante blog con ellos con mis tediosas réplicas cuya extensión siempre se me escapa, pero me gustaría dejar una idea más y una provocación.
No veo nada claro como puede articularse un sistema penal que nos deje un poco de aire, con base en los conceptos de venganza, deuda (éste más relacionado con el ámbito civil) o rehabilitación moral. Como veo que le tiene usted querencia al tema del cristianismo le recuerdo que la venganza es del Señor, y que no hay que juzgar para no ser juzgado. Aplicado a lo que nos ocupa: el sistema penal no tendría que ver con la moral (cada cual tendrá su idea de si algo está bien o mal) ni con la reparación de entuertos (hay gente que pide la pena capital si alguien le toca al perro), sino con la forma más eficiente de mantener el orden.
Y la provocación:¿No sería divertido que para mejorar la sensación de seguridad lo que hubiera que hacer fuera suavizar el código penal? Por ejemplo, dando una redacción a la eximente de legítima defensa más favorable para el que se defiende. ¿O despenalizando la tenencia de armas? Es decir, transfiriendo poder (el de verdad) al ciudadano.
P.S. En su lugar, yo no sacaría el ejemplo de De Juana Chaos. No es ilustrativo de un sistema penal laxo sino todo lo contrario (y de más y peores cosas). La condena con el vigente código penal fue por escribir unos artículos (si no los ha leído, busque al reo en Wikipedia) y, según quien los mire los suyos podrían resultar constitutivos de ilícito penal.
Querido amigo, he sobrellevado con buen humor que Ud. me comparase con Ana Pastor y Lidia Falcón amen de sugerir que Lucía Etxebarría es más sensata que yo, cosa imposible pues la sensatez de esta extravagante escritora pero eximia ciudadana cabe en un recipiente de 2 dimensiones. Pero en su nota llega a extremos que me veo en la obligación de negar, no tres veces como Simón Pedro al Señor sino 300: ¿de dónde deduce Ud. que soy un socialdemócrata?. No creí que quedaran anticuerpos de aquello. Padecí dicha dolencia en mi juventud pues lo mismo que no existe un moralista que no haya sido un gran pecador, no hay un liberal conservador que no haya votado a Felipe González en algún momento de su loca juventud.
No abuse de mi ignorancia, tiene Ud. razón en lo de los 40 hurtos. Pero a decir verdad, una vez me hurtaron la cartera y me jodió como si me la hubieran robado. En ese sentido utilizaba la tipificación.
Cuando citaba la moda como factor que influye en el código penal me refería a la apariencia, nunca al fondo de la cuestión. Matrix, o el comecocos, ya está aquí y muestra diferentes aspectos según sus intereses y ahora se lleva lo "soft". Son todos estos desgarramantas que delinquen en el nivel mesocrático, templado, gris e hipotecario en el que vivimos la mayoría de los especímenes, los que entran y salen de la mazmorra, los que tiene sus derechos protegidos, sus abogados de oficio, y todas esa cosas de las democracias avanzadas. Pero, claro, estoy con Ud. en que no son esos los que harían tambalearse el chiringuito. A sus verdaderos enemigos sí los retira de la circulación. Pero, amigo, nuestro nivel es el que es y James Bond y Le Chiffre no juegan en el mismo bingo que nosotros ni compran la ropa en las liquidaciones de Massimo Dutti.
A pesar de la apariencia nuestras discrepancias están más en el punto de vista que en el fondo de la cuestión. Sí quiero, sin embargo, precisar un poco más al hilo de su idea final: la venganza. Creo, y me limito a ponerme en situación, que la venganza es parte fundamental de la represión y castigo del delito. Siempre me sorprenden esas palabras llenas de resignación y perdón que la gente parece sentirse obligada a decir delante de un microfóno o de un periodista. Yo no querría perdonar a quien inflingiera un daño grave a mis seres queridos, e incluyo a mi perro. Y como no creo que yo sea especialmente malo ni rencoroso, de hecho creo que soy bueno y tolerante, supongo que la mayoría de la gente normal o vulgar si Ud. quiere, se queda, nos quedamos, más tranquilos si nos sentimos vengados.
Coincido con Ud. en que la primera obligación del sistema para con nosotros es la de proteger nuestra vida, y nuestra integridad física añado, y el resto, con matices.
En cuanto a su provocación, me temo que lo es. Demasiado razonable, suficientemente sincera y "out of limits" de todo el actual evangelio laico como para que nadie se atreva a decir que sí en las encuestas del CSIC. Vivimos en un mundo de apariencias y ahora se lleva el amor universal.
Le reitero mi agradecimiento por sus comentarios siempre estimulantes y enriquecedores. Me siento honrado por contar con Ud. entre mis lectores. Un saludo
Docwall
Respecto a su PS, ¿porqué cree Ud. que me mantengo en el anonimato?
Vivimos unos tiempos que si no te pilla una fatwa, te pueden echar del batzoki. O sea que mantengamos los antifaces como si fuera el Carnaval de Venecia.
Un saludo
Docwall
Querido amigo,he sobrellevado con buen humor que Ud. me comparase con Ana Pastor y Lidia falcón amen de sugerir que Lucía etxebarría es más sensata que yo. Pero en su nota llega a extremos que me veo en la obligación de negar, no tres veces como Simón Pedro al Señor sino 300 veces: ¿de dónde deduce Ud. que soy un socialdemócrata?. No creí que quedaran anticuerpos de aquello. Padecí dicha dolencia en mi juventud pero lo mismo que no existe un moralista que no haya sido un gran pecador, no hay un liberal conservador que no haya votado a Felipe González en algún momento de su loca juventud.
No abuse de mi ignorancia, tiene Ud. razón en lo de los 40 hurtos. Pero a decir verdad, una vez me hurtaron la cartera y me jodió como si me la hubieran robado. En ese sentido utilizaba la tipificación.
A pesar de la apariencia nuestra discrepancias están más en el punto de vista que en el fondo de la cuestión. Sí quiero, sin embargo, precisar un pcoc más al hilo de su idea final: la venganza. Creo, y me limito a ponerme en situación, que la venganza es parte fundamental de la represión y castido del delito. Siempre me siento sorprendido por esas palabras llenas de resignación y perdón que la gente parece sentirse obligada a decir delante de un microfóno o de un plumilla. Yo no querría perdonar a quien inflingiera un daño grave a mis seres queridos, e incluyo a mi perro. Y como no creo que yo sea especialmente malo ni rencoroso, de hecho creo que soy bueno y tolerante, supongo que la maypría de la gente normal o vulgar si Ud. quiere, se queda, nos quedamos, más tranquilos si nos sentimos vengados.
Coincido con Ud. en que la primera obligación del sistema para con nosotros es la de protegernos la vida, y la integridad física añado, y el resto, con matices.
En cuanto a su provocación, me temo que lo es. Es demasiado razonable, suficientemente sincera y "out of limits" de todo el actual evangelio laico como para que nadie se atreva a decir que sí en las encuestas del CSIC.
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