
Creo que era Max Weber quien dijo que "la grandeza de la democracía estriba en la pequeñez de los ciudadanos y en la insignificancia de los políticos". Pues bien, a pesar de que el amigo Weber no es uno de mis autores favoritos, prefiero a Chandler, hoy estoy de acuerdo con él. Y no es sólo por pensar que 400 euros es una cantidad ofensiva por mi voto o porque ya no esté en edad fertil. Estas dos circunstancias me hacen valorar en muy poco la oferta del gobierno socialista a cambio de mi voto para seguir haciendo fechorías otrs cuatro años.
Citaba a Weber. Al hilo de una relectura he caido en la cuenta de la pésima organización de nuestro sistema electoral. Me refiero a esa falacia insostenible pero cara al igualitarismo progre de "un hombre, un voto". Esta fórmula nos ha llevado a situaciones como la actual y, o mucho cambian las cosas, o vamos a peor.
Yo soy partidario más bien de lo que llamaríamos la democracia unipersonal ponderada. Propongo acabar con el automatismo aburrido de que un ciudadano cuente como un ciudadano toda su vida. Para ello debieramos tener la posibilidad de asignar votos con sesgo positivo o negativo. Por ejemplo, una persona sensata, amable, educada y culta como yo mismo, debe tener un voto ponderado de 1,3 por ejemplo. Una ciudadana tan fina y tan elegante como Ana Gª Siñeriz debe tener 1,5. Un señor tan inteligente y tan buen escritor como Fernando Savater, 1,9. Mis corresponsales Mon Amour o el "anónimo de siempre", 1,7. La Fallarás podría haber empezado el año con 1, 5 como la Siñeriz pero como en los últimos artículos del ADN desbarra un poco, una comisión nacional de asignación de sesgo le bajaría a 1,2. Caldera tendría 0,9; Zaplana igual. En algunos casos se contemplaría la posibilidad del sesgo negativo. Por ejemplo, Pepiño y ZP tendría un voto de -1,2 y -1,9 respectivamente, por mentirosos y maleducados. Soy consciente de que este tipo de votación complicaría un poco los escrutinios pero el resultado final se ajustaría mejor a las auténticas voluntades ciudadanas, o eso creo yo. Además con la ventaja adicional de que al tardar la tira en proclamar ganadores, se prolongaría la situación de sede vacante con el consiguiente ahorro en tonterías gubernamentales. Incluso sería posible, en aquellos casos de elecciones con muchos decimales, que para cuando supiéramos quién era el ganador ya habría que ir a votar otra vez y habriamos pasado 4 años sin gobierno.
En fin, es tarde y tengo un poco de sueño y esta teoría merece ser desarrollada de manera más extensa y profunda con la cabeza descansada. Pero aquí lo dejo a vuestra consideración.